igia
Su altísimo, el Faraón Tutham’ra IV y la Faraona
Acenath n'Akiiki II
El Príncipe de los Creyentes, Awluk ibn Sha, Tercer Califa.
Capital: Anhk (80.000)
Población: 2.500.000
Etnos:, 55 % Yu, 24 % sigios, 20 % alinos, 1% otros
Recursos: Gemas, betún, petroleo, papiro, especias, venenos, Especia.
Idioma principal: Sigio, alino, yu.
Escudo: Un Anhk, el símbolo mágico de los Dioses Muertos.
Aunque el Desierto de las Dunas es un lugar seco y abrasadoramente mortal,
cambia por completo en las tierras bañadas por el río Sigis y al sur de los Dos
Reinos. El norte de Sigia es un riguroso desierto donde escasean los oasis y
abundan los peligros de muerte pero el sur, que es conocido como la Tierra de
las Cataratas, está cubierto de interminables sabanas donde los sigios
impusieron su ley sobre los pueblos negros Yu.
Sigia se encuentra gobernada por los Faraones (que en ocasiones son meros
títeres) y a la vez por el Tercer Califa (lo mismo). Esto sucede porque en el
siglo VII d.S. estas tierras fueron conquistadas por los alinos. Inicialmente
los nuevos amos guerreros intentaron imponer el Destino como religión y
perseguir las viejas costumbres, pero poco después de la ambiciosa fundación del
Tercer Califato en el año 620 d.S. (que para los alinos era el 1230) la gran
distancia entre Mirra y Anhk se fue imponiendo y la cultura sigia acabó por
tragarse a los invasores, aunque muchos sigios y sus esclavos Yu empezaron a
adorar al Destino, al que ellos llaman Istus. El resultado fue una cultura muy
diferente a la alina e igualmente distinta a la antigua Sigia. El Tercer
Califato iba a rivalizar con el de Libah y el de Mirra. Desde aquella las
relaciones políticas entre Sigia y Ala’i se volvieron más bien tensas, aunque
eso no entorpeció en modo alguno los abundantes intercambios comerciales de los
hombres del desierto con el País del Sigis.
Según dice la leyenda los faraones son descendientes directos de los moradores
de Akgard. Dicho mito cuenta que en los tiempos ignotos de las guerras entre
gardios y antiguos, los supervivientes navegaron hasta las costas de Ankay y
fundaron el reino Sigio, donde acabaron por venerar a los muertos y a un panteón
de dioses oscuros.
Para entender las tierras de Sigia hay que explicar algunas cosas sobre cómo ven
el mundo. Las creencias de los sigios se resumen en una palabra: maat, u orden
divino, según el cual todo nace y muere una y otra vez. Es decir, ellos ven la
vida como un estado que lleva a la muerte y la muerte como un estado que lleva a
la vida; de la misma forma que el Sol sale y se pone todos los días. Se podría
decir que su visión del universo es eternamente doble: hay vida y muerte, día y
noche, mar y tierra, hombres y mujeres, etc. Casi todos los dioses sigios se
dividen en los masculinos, que son deidades de la noche y la muerte, y los
femeninos, del día y la vida. Sólo existen tres dioses que no entran en esa
categoría, dos son dioses mixtos (son ambas cosas), llamados Hu (que es
la Luna) y Kakra (por Seluna) . El otro es Heka, que no tiene
género y se puede traducir como el que trae la magia (es un escarabajo,
mensajero de los dioses). Los dos dioses más poderosos son Isis (Diosa de
la Vida) y Anubis (Dios de la Muerte), que cuando están juntos reciben el
nombre de Ra; aunque el panteón es muy grande: Nut (diosa del
Cielo), Geb (dios de la Tierra), Ator (Diosa del Amor y de los
Peces), Horus (Dios de la Guerra y de las Aves), Satis (Diosa del
Bien y del Agua) y Seth (Dios del Mal y del Desierto), Sekhmet
(Diosa de la curación) y Osiris (Dios de la Resurrección y del Más Allá).
Es fácil entender que para ellos los números impares dan mala suerte. Como el
Panteón sigio da tanta importancia a los muertos como a los vivos, se les conoce
como Dioses Muertos.
Sigia se denomina "Los Dos Reinos" pues tiene dos faraones, un hombre y una
mujer. Tradicionalmente cuando uno de los dos faraones fallece, el otro se
suicida. La sucesión suele ser hereditaria aunque la política sigia es muy
compleja (no es raro que el Tercer Califa se entrometa) y podría decirse que en
el siglo XI d.S. reina la Dinastía VI, llamada Ra'n'Akiiki. El incesto está
perfectamente admitido en la Familia Real, si bien no es infrecuente que al
subir al trono los faraones asesinen -con todos los honores- a todos los
hermanos y hermanas en la línea de sucesión más cercana.
Todas las deidades masculinas tienen sacerdotes masculinos al igual que todas
las deidades femeninas tienen sacerdotisas femeninas. En el caso de magos y
hechiceros (que se consideras adoradores de Heka) se encuentran ambos sexos. La
magia arcana es infrecuente en la vida cotidiana de las ciudades y campos sigios
(aunque medallones de protección y anillos son bastante más comunes) pero no
existe el menor tabú social sobre los pocos que la practican, más bien son
vistos como privilegiados de los dioses. La magia sagrada es igualmente poco
frecuente pero no existe ningún noble que no tenga una sacedotisa de Isis a su
servicio.
Sobra decir que tras la invasión de los alinos, la religión tradicional apenas
sufrió algún cambio salvo que muchos sigios también creen en Istus (nadie lo
llama Destino en Sigia). Para encajarlo en sus creencias, hablan de Istus como
si fuese una especie de Heka, sin ser masculino o femenino.
Para complicar aún más las cosas, existe también un culto único a Istus,
extendido en su mayor parte sobre los descendientes alinos de las estirpes
conquistadoras. No existe ninguna ciudad en toda Sigia sin una mezquita o donde
no se llame a la oración cinco veces al día. Ambos mundos -el maat y el Destino-
han encontrado un precario equilibro de convicencia donde no es infrecuente que
surjan problemas. Las disputas internas están a la orden del día. No sólo se ha
gestado un enfrentamiento constante entre los adoradores de los Dioses Muertos
(como se conoce al Panteón) y los fieles al Destino, también hay luchas
intestinas que enfrentan a las familias nobles sigias, envidias y graves
represalias contra los ladrones de tumbas y los liberadores de esclavos. En
estas tierras tanto elfos como enanos se ven muy raras veces, y la mayor parte
de las gentes los tiene como un mito. Además de eso está la fuerte intolerancia
con las religiones tribales que los esclavos yu han traído consigo de los reinos
negros del sur. La religión sigia exige a veces sacrificios indescriptibles a
sus Dioses Muertos y esa es una de las fuentes de fricción constante con los
adoradores del Destino.
Como se ha mencionado, la esclavitud es algo totalmente normal en Sigia. Un
dueño de esclavos puede disponer de ellos como le parezca con derecho absoluto
sobre la vida y la muerte. Para los alinos, sin embargo, es de mal gusto matar a
tus propios esclavos.
Los sigios, una raza de tez relativamente clara y ojos oscuros, contrastan mucho
con alinos o Yu.
Los hombres y mujeres en la sociedad sigia son vistos de forma más o menos
pareja.
En cuanto a la política más reciente, en los últimos años parece ser que el
Tercer Califa Awluk ibn Sha ha perdido algo de fuerza respecto a los Faraones.
Quizás esto se deba a las maniobras políticas de la faraona Acenath. Incluso se
rumorea que Awluk es amante de Tutham’ra IV. Aparte de eso, en Ala'i el Califato
de Nystul se ha hecho muy fuerte y los algunos movimientos de los emires lamares
empezaron a amenazar los intereses sigios, en especial atacando las rutas
marinas rumbo norte en el Mar de las Medusas. Todo esto llevó a que, en el año
1091 d.S., el Califa Awluk decidiese hacer una incursión de castigo y saqueo
sobre la ciudad de Nioveh. La campaña se extendió algo más de lo esperado y
terminó siendo un asedio de un año, la toma de la ciudad (lo único que se
respetó fue el Alto Templo de Istus y el barrio tresio) y una batalla con el
ejército alino del Malik Wasim al Abdalrahman, enviado por el propio Califa
Nystul (esto sucedió en verano del año 1093 DS). De modo que la situación en el
año 1093 d.S. es bastante tensa.
Las riquezas de este reino son muchas, empezando el río, con sus crecidas y
sequías estacionales, es una fuente constante de frutos, se da en él una
agricultura rica y fértil. El papiro, el grano y la fruta son los resultados.
Son también importantes las minas de gemas de las Montañas de la Luna, al oeste.
Además, en el desértico norte existen grandes pozos de betún, bien explotados
por los sigios y alinos, además de la abundante caza y maderas nobles en la
sabana sureña. La pesca es muy abundante en el Mar Blanco y fácil de transportar
por el río Sigis, de modo que la Octava Alcaçaba (O Thmany, como le llaman para
acortar) aparte de ser un importante bastión militar, es un punto clave en la
economía de los Dos Reinos. También al oeste hay un mercado de Especia que
proviene de las Montañas de la Luna, muy exclusivo. Existe una pequeña comunidad
tresia en Sigia que monopoliza el mercado lejano marítimo. La mayor de estas
comunidades está situada en Enetria que es una gran urbe portuaria que no sólo
comercia con Draak sino también con los Reinos Negros que se encuentran al sur,
las Islas de la Hechicería al este e incluso ocasionalmente con Akgard. Esta
ciudad es la única de los Dos Reinos donde existe una Bóveda élfica.
Es costumbre del país que los templos y tumbas tengan una magnificencia
espectacular, y tampoco es extraño que, en algunas ocasiones, la ira de la
mayoría esclava se centre en dichos templos.
En Sigia se pueden encontrar caballos alinos y camellos pero algunas raras veces
se pueden ver caminantes de la arena o thua'ti, que son unos lagartos gigantes
que fueron domesticados hace tiempo y cuya ventaja principal es que pueden
desplazarse mucho más rápido por terrenos abruptos y secos, aunque no son
capaces de aguantar sin beber tanto como un camello. Un thua'thi vale como diez
caballos.
La moneda de Sigia es el dinar, que equivale a una monera de oro -o corona- de
Akenar. La moneda de plata se llama dirham y es la más común. Las monedas
pequeñas de cobre se llaman qah. El platino apenas se ve en los Dos Reinos y es
poco frecuente que los mercaderes lo acepten.
En Sigia se hablan tres idiomas que son sigio, alino y yu, siendo el primero de
estos el más extendido. En los puertos y en la capital no es extraño encontrar
personas que hablen común, si son comerciantes o viajeros. También se puede
encontrar un poco de ilko en su dialecto tresio. La mayor parte de la
documentación escrita está en alino, que está considerado el idioma culto de los
tratados. El sigio se escribe en jeroglífico de modo que se usa para templos,
sellos de los faraones y tumbas. El yu, cuya forma escrita es lineal, apenas se
usa en pergamino pues la gran mayoría de los esclavos no sabe leer. Los pocos
documentos que se pueden encontrar están en arcilla o en las paredes de algún
templo de los dioses y espíritus yu como pueden ser Amma, Cagn, Eshu, Katonda,
Kibuka, Leza, Mujaji (la diosa de la lluvia), Nyame, Ogun (espíritu del hierro y
la guerra) u Olorum.
El ejército de Sigia está compuesto, principalmente, por temidos jinetes alinos
y arqueros sigios que, en muchas ocasiones, actúan como guarniciones en las
fortalezas. También es habitual la infantería de lanceros. Las ciudades de Sigia
suelen estar amuralladas y, en el oeste, las fortalezas en las montañas son
inexpugnables. La arquitectura sigia ha alcanzado un grado de perfección muy
superior al alino, por lo que sus plazas fuertes suelen estar bien construidas y
ser muy difíciles de atacar. Los armeros sigios también se distinguen por su
maestría en las armas, mucho más letales probablemente por la escasa calidad de
las armaduras sureñas. En ocasiones cazan con armas arrojadizas, como jabalinas
o boomerangs. No es infrecuente encontrar nobles que llevan armas del llamado
acero gardio.
(Uxor)
(Heoron)