RELIA

Provincia del Imperio de Akenar
Su señoría, el Duque Lotario.
Capital: Camino (40.000+)
Población: 250.000+
Etnos: 95 % arcanos, 5 % otros
Recursos: Caballos, lana, hierro.
Idioma: Común.
Las antiguas tierras de Irelia sostuvieron tres largas guerras con el Reino de Akenar durante el siglo IV DS, en las que Akenar no consiguió imponerse. Sí lo hizo el general vilonio Octimo Galmo, Hegemón de Oriente, que en el siglo V, en una campaña muy victoriosa, exterminó a los pueblos irelios, una rama sureña de gentes posiblemente emparentada con los svardos, de casas de piedra redondas y enterramientos con forma de túmulos, unos jinetes asentados.
El Imperio de Vilonia no alcanzó a civilizar completamente la región puesto que en los siglos siguientes se dedicó principalmente a la guerra contra Akenar, y muy a finales del siglo VI los ejércitos vilonios en Irelia tuvieron que retirarse ante la ofensiva de los aliados de Akenar, los enanos de Aynea. Irelia no tardó en ser ocupada por nobles arcanos, ávidos de tierras ricas y poco repartidas. Los restos de la población local se mezclaron poco a poco con los arcanos y hoy en día apenas se nota la sangre norteña en las gentes del lugar. Las costumbres, pese a todo, se mantuvieron con mayor intensidad, sobre todo la costumbre irelia por la superstición. No hay provincia en Akenar donde abunden más los ritos paganos, ni siquiera en Vilonia o en tierras de infieles, como Ala’i. En Irelia abundan los lugares antiguos, como Stonedge, y de hecho es ahí donde, cada cinco años, se reúne el Consejo Druídico, bajo los atentos ojos de la Inquisición, que poco poder tiene en la provincia –en estas tierras se impuso con mucha más eficacia el poder nobiliario que el eclesiástico-. Si bien las ciudades de la provincia son de aspecto más común, el interior, en la zona de colinas altas más cercana a los Montes de Glades, sigue teniendo poblados organizados en castros y citanias, aunque generalmente dominadas por un castillo o, al menos, una torre del homenaje.
Las tierras de Irelia son tierras altas, mucho más pobres que el fértil sur, Westerre. En Irelia abunda la ganadería y apenas hay agricultura, muchas de las colinas son Cañadas Imperiales, tierras comunales de pasto libre. Aunque la ganadería suele ser de ovejas también hay buenos caballos, que en general nutren el sudoeste del Imperio. Muchos de los nobles de estas tierras marcan con postes altos los límites de sus dominios, y no son infrecuentes los enfrentamientos nobiliarios. La forma tradicional de organización irelia, el Clan, se ha conseguido encajar en el sistema feudal imperial, de manera que las principales casas nobles tienen a su servicio a los clanes centenarios de estas tierras.
La calzada imperial que llega de Erk es una fuente de riqueza para los comerciantes de la ciudad de Camino, emplazada en la bifurcación entre la calzada de Carcaigh y la de Westerre. En esta ciudad es fácil encontrar buenas monturas y buenos mercenarios para defender las caravanas que van al norte. También es uno de los puntos por donde pasan los peregrinos que van a Salé, en Carcaigh.
Las tropas que hay en Irelia son casi en su totalidad feudales, puesto que hace muchos años que ninguna amenaza exterior se presenta en esta provincia. De todos modos aún está lejos de la paz que reina en otros lugares del Imperio puesto que los enfrentamientos entre clanes no son extraños y, además y por encima de todo, las Colinas Altas son lugares salvajes muy peligrosos: los habitantes usan los castros para defenderse, principalmente, de monstruos y alimañas.
Las tropas feudales suelen tener más de un tercio de caballería, una pequeña parte pesada. Estos guerreros suelen ser los que forman, principalmente, las guarniciones de las ciudades y los castillos. Además, en tiempos violentos o de necesidad, se suele realizar una leva local donde es común que asistan todos los hombres del clan, armados con lo
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que les provee el noble o con lo que puedan. Suelen formar una tropa que, pese a su aparente desorganización y lamentable aspecto, puede resultar muy peligrosa en batalla campal.

 


(Murallas de Camino)