andelas
mágicas
Se trata de unos palos (no se sabe cuántas hay) con tamaño
y forma de vela de madera de roble pulida cuya parte superior brilla
intensamente. Tienen una capucha, también de madera, que encaja en la parte
brillante y "apaga" la luz aunque no de manera absolutamente perfecta (se ve un
poco de brillo en los bordes). Su luz no da calor.
Ordinus, mago del castillo de Tintagael, no estaba acostumbrado a la poca luz de
las tierras de Vilonia cuando llegó años atrás. Una de sus primeras peticiones a
Lord Antoni fue la suma de quinientas piezas de plata en polvo para poder crear
unas velas mágicas que iluminasen sin necesidad de ser cambiadas una y otra vez,
con una luz constante y clara. Las encantó durante los meses del invierno del
año 1078 DS para descubrir que sólo las podía usar en sus estancias pues los
sirvientes, e incluso algunos caballeros, se asustaban al verlas y las acabaron
llamando "fuegos fatuos". Al morir el mago, las dichosas candelas quedaron en
sus estancias de la Torre del Bajel sin que nadie se atreviese a tocarlas, hasta
que Enoch heredó el uso de su cuarto de estudio y, con él, las Candelas
mágicas.
La candela da luz en un radio de 20 pies y penumbra en otros 20 pies. No puede
ser apagada de ninguna manera.